Hace muchos años, tendría yo unos 12, un chófer del autobús del colegio me regaló esta navaja. Él se la había encontrado al limpiar entre los asientos. Torpemente, le grabé mi nombre con un compás. Desde entonces, me ha acompañado a todos lados. Algunos de esos lugares han sido bien inverosímiles. Nunca me ha fallado ni me ha maltratado. Ahora, se viene conmigo a este nuevo viaje.