Camino a Puyango paramos a almorzar en Celica. También lo hicimos a la vuelta.
De esta población se dice que hombres y mujeres se conocen al tacto, porque a niebla suele ser tan intensa que les impide trabar relación. Ninguno de los dos días que pasé por ahí se cumplió el dicho.
Un lugar en el que merece la pena pararse y sacar la cámara.
Venta ambulante de helados
La iglesia de la plaza del pueblo. Colorida e impresionante
Caía el sol a plomo, lo que no es muy habitual
Algunas casas recuerdan a las España de los 40
El caballero invitaba a Cantaclaro (licor de la zona) en la trastienda del ultrmarinos que regenta