Llevamos una semana en este magnífico lugar del noroeste francés y no se puede decir nada mejor. Amén de que el entorno es maravilloso, la experiencia de voluntariado e intercambio con la familia que nos acoge es extraordinaria. Salimos huyendo de las «colinas negras» y caímos de pie al llegar a esta casa. Gente fuera de serie, que resulta cortés, generosa, emprendedora y de la que, creo, podemos aprender mucho. Me siento como en casa. Video con valoración y algunas fotos…